7 de septiembre de 2011

A refundar Chile: de una sociedad de consumo a un estado solidario.


El actual movimiento estudiantil y el amplio proceso de movilización social que está emergiendo tras él van mucho más allá de demandas por una mejor educación, por ambiciosas que éstas parezcan. El fondo del malestar generalizado en la sociedad chilena es la toma de conciencia colectiva acerca  de la falacia en que se funda el modelo económico impuesto en Chile y predominante en el mundo. Durante décadas se ha intentado convencernos que bienestar y consumo son equivalentes, con televisión, marketing y populismo, inculcándonos al mismo tiempo una fe ciega en un sistema de libre mercado que se sostiene en la acumulación injusta de capitales, por un lado, y en el endeudamiento, por el otro. Esto nos lanza en una inútil carrera de acumulación de riqueza que genera desigualdades escandalosas y que ha terminado por amenazar gravemente la sostenibilidad de nuestra existencia en este planeta, debido al consumo excesivo de energía y recursos naturales.

Hemos aceptado todo esto, trabajando duro con la esperanza de un futuro mejor para nuestros hijos, pero cuando una mayoría se endeuda para pagar carreras que no aseguran el empleo ni el progreso social, la tolerancia popular llega a su límite. Hoy es evidente que este sistema es injusto y que debe ser profundamente reformado, por lo que la solución no se limita a la inyección de un cincuenta por ciento más o menos de recursos en subvenciones a la educación, dirección a la que se orientan las propuestas del gobierno. 

En el fondo lo que se exige, enarbolando la bandera legítima del bien común, va mucho más allá y es nada menos que una refundación de las bases del modelo socioeconómico en Chile. La actual constitución obliga a reducir el sector público para favorecer al privado, reduciendo impuestos, royalties y responsabilidades del empleador, fomentando la actividad empresarial y las inversiones extranjeras. Pero el bienestar social no se consigue inflando el PIB y la bolsa con políticas laborales y sistemas tributarios que aumentan la precariedad del empleo y la desigualdad de ingresos. Aunque el crecimiento económico es necesario para mejorar la calidad de vida, ésta no puede ser medida únicamente por indicadores macroeconómicos que no priorizan el empleo, la equidad social ni la igualdad de oportunidades. Una sociedad más justa sí puede construirse con una garantía estatal para todos, de salud, educación y jubilaciones dignas y de calidad. Tal vez esto implique consumir menos, pero permite vivir mejor. 

Es por esto que no debe perderse la oportunidad de avanzar en este sentido, conquistada tras meses de movilización, y no debe cederse ante promesas cortoplacistas. Ya aprendimos cuando se estafó a los pingüinos. Además, el camino a seguir comienza a perfilarse. Sabemos que la solución de fondo es la creación de una Asamblea Constituyente encargada de elaborar una Nueva Constitución, que garantice la formación de un estado solidario, capaz de crear un mínimo de bienestar general para la población y de permitir la igualdad de oportunidades. Pero este proceso es largo y nadie quiere paralizar colegios y universidades por más de un año.

Un compromiso razonable para seguir avanzando sería aceptar una inyección importante de recursos al sistema educativo, para solucionar los temas más urgentes, pero condicionando el acuerdo a la realización de un plebiscito vinculante al más breve plazo posible. Lo que nos obliga a definir previamente la pregunta que se haría y que podría cambiar el destino de Chile. Por ejemplo: ¿Está usted de acuerdo con la elaboración de una nueva constitución que permita crear un estado solidario en Chile? Sí o No.

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1 comentario:

  1. "(...) una fe ciega en un sistema de libre mercado que se sostiene en la acumulación injusta de capitales, por un lado, y en el endeudamiento, por el otro. Esto nos lanza en una inútil carrera de acumulación de riqueza que genera desigualdades escandalosas"

    Esto mismo se grafica muy bien en la "carrera de las ratas" de un juego de mesa llamado Cashflow, que trata de enseñarnos cómo alcanzar la "libertad financiera"... claro que el juego no explica que siempre los "financieramente libres" serán una minoría.

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